Quizas... necesito una palabra descriptiva.
-Meredith Sulez
Un fondo de estrellas, y por debajo había un camino de mosaicos con un signo de interrogación en medio, había dos puertas, una decía ‘Game Over’ la otra tenia inscrito: ‘One life left’ o una vida restante en español.
- ¿Dónde estoy? – se pregunto Julchen.
- Señorita está deteniendo el tráfico, pase a la izquierda por favor – le dijo una joven de cabello negro y ojos violeta, vestía un traje de policía, con boina y toda la cosa.
- No, no, por la derecha – dijo un joven de cabello castaño rojizo y ojos dorados, tenía un traje de oficial de tránsito, con ese chaleco anaranjado fluorescente.
Effy y Zavé, comenzaron a discutir a cual puerta debia ir Julchen, la chica argumentaba ir a la puerta de ‘Game Over’ y así que por simple lógica deductiva, Zavé decía la puerta restante.
- ¿Quieren dejar de pelear? – se molesto la albina.
- ¡Cállate! – gritaron ambos seres.
Julchen rodo los ojos, y comenzó a avanzar a la puerta de la derecha.
- No ahora ya no quiero – le detuvo el de chaleco naranja.
- Por Dios Zavé, mi vida no gira en torno a ti, y yo no quiero morir.
Effy frunció el seño, estoy segura que si fuera posible, le hubiese explotado la cabeza Julchen como si le hubiera clavado un cuchillo de buceo.
- ¿No le harás caso a este imbécil o si? – le encaro Effy.
- No pienso hacerle caso a ninguno de los dos.
- Pues deberías, ahora deshazte de él, o aquí habrá un problema.
- El unico problema que habrá es mi puño clavado en tu cara – saco su lado agresivo la otra chica.
Comenzaron una discusión tediosa que no hay porque anexarla aquí si queremos que todo tenga sentido. Y justamente esa discusión hizo al castaño perder los estribos, su paciencia se agotaba y las chicas discutían por nada prácticamente.
- Oh por favor – El chico, puso la palma de su mano en su frente.
Chasqueo los dedos, y en segundos las puertas, los mosaicos y las estrellas desaparecieron, dándole lugar a algo similar a un oasis, un jardín, lleno de vida, árboles, lagos y cascadas cristalinas, era un ambiente relajante, igual que era muy parecido a la cornucopia en Los juegos del hambre.
- Esto es hermoso – Julchen observo todo el paisaje luego a los jóvenes a sus espaldas.
- ¿Y… las puertas? – incluso Effy miraba todo con sorpresa.
- Bueno, si vas a elegir un camino que sea un lugar donde no puedas culpar que arruinamos tu vida – sonrió el ojidorado.
- G-gracias – susurro la albina.
A lo lejos se miraba esa cabellera rubia con ese listón azul Prusia haciendo contraste.
- ¡Natasha! – grito alegre Julchen.
La chica no la escucho, quizás era porque a su alrededor había como unas veinte personas, todos tenían una apariencia divina, eran hermosos como dioses griegos. Una de ellas de cabello rojo con negro volteo hacia Julchen, Effy, Zavé; y le susurro algo a un chico fornido y de cabello negro. Effy se acomodo el cabello y fue con el chico que hablaba con la pelirroja.
- Suerte que no eres como ella – exclamo Zavé.
- Ni aunque mi vida dependiera de ello.
- De hecho así es – respondió y rio a carcajada limpia.
- Idiota – la albina estaba de mal humor.
Julchen volteo de reojo un lugar un poco más alejado, igual lleno de vegetación y estaba junto a la cascada, ahí estaba esa chica de cabello castaño y ojos violáceos-grises, conversaba alegremente con Emily, esa chica de cabello castaño un poco más oscuro que el de Dea, y de ojos avellana, también estaba Ailicec, la chica de cabello cenizo y ojos azules. Emily y Dea tenían amarrado a su dedo meñique un hilo rosa palo y ellas no parecían percatarse de ellos.
- ¡Son las chicas! – exclamo alegre la albina mas para si misma.
- No te recomiendo ir – se encogió de hombros el chico junto a ella.
- ¿Qué dices? Perdiste la cabeza, ellas me aman.
Zavé tomo la mano de Julchen y la levanto para que la viera, en su meñique había un hilo plateado y era muy débil al llegar a Ailicec.
- Te pegue la paranoia, son mis mejores amigas – seguía con su optimismo.
- Como quieras, no digas que yo tuve la culpa.
Julchen le abrazo y salió corriendo tratando de llegar a ellas.
- ¡Chicas! – les grito.
Las tres chicas voltearon hacia Julchen, Emily sonrió en su dirección, Dea le hizo un saludo agitando su mano, y Ailicec bajo de donde estaban para ir con ella. Antes de llegar a ella se vio interrumpida como si estuviese detrás de un vidrio. Ambas se posaron sobre la especie de vidrio mirándose asombradas, el hilo plateado desapareció de sus meñiques y Dea junto con Emily, aparecieron de la nada llevándose a Ailicec por ambos brazos. Julchen casi rompía a llorar.
- ¿Q-que paso? – pregunto Julchen con la voz quebrada.
- Te lo dije – Zavé se poso a su lado.
- No lo entiendo, las considero mis mejores amigas – recargo su cabeza en el hombro de él.
- Y ellas también te consideran su amiga, es solo que… - trataba de buscar palabras menos… crueles.
- Lazos. – concluyo ella.
- Exactamente.
Julchen suspiro y comenzó a caminar en dirección contraria a ellas, se miro el meñique izquierdo y pudo observar un hilo blanco, trato de seguirlo con la vista y vio que llegaba a Natasha. Suspiro nuevamente, por alguna razón no le sorprendía. Se paso una mano por la cabeza, y de ahí alcanzo a ver otro hilo plateado, este era más largo y no podría verle a simple vista, así que camino un buen tramo siguiendo el dichoso hilo plata.
Llego al otro extremo de la cornucopia, y recargado en la pared estaba un chico como de la edad de Effy y Zavé, de cabello un poco mas rojizo que el de Zavé y ojos verde amarilloso, era casi idéntico al castaño, si bien podría ser el.
- ¡Zavé! – le grito Julchen llamándole, un tanto confundida.
- ¿Si? – respondió Zavé de otro lado junto a la chica pelirroja que estaba con Natasha.
Bien, el no era Zavé, en cuestión de nada se acercaron a él dos niños rubios, uno de ojos azules y otro de ojos violeta.
- ¡Tío, tío! – le abrazaban los niños.
- ¿Tio? – Julchen aun mantenía la distancia, rio un poco.
- ¿Mami? – llego al lado de la albina esa niña de cabello rizado.
- Oh, Alice, ya habías tardado.
- Lo siento.
- ¿Alice? ¿Qué te parece si vas a jugar a otro lado? Tengo algo que hacer – se acuclillo y en la última frase miro al joven que se encontraba fumando.
- Está bien – rio cubriéndose la boca y corrió a jugar con los niños que rodeaban al pelirrojo.
Julchen volvió a ver su dedo meñique y volteo a ver al chico, dudaba en acercarse. Al final, decidió que estaba lo suficientemente aburrida como para hacer otra cosa y… ¡Maldita sea! Era su lazo y ¿No iba a conocerlo?
- Hola – saludo ella un poco insegura al ponerse frente a él.
El joven alzo la cabeza, examino su rostro y bajo su vista al meñique de la chica.
- Así que eres tú – sonrió de lado aun viendo el hilo plateado.
- Supongo, aunque no nos conocemos. – paso su mano izquierda por el albino cabello de su nuca.
- Creo que podemos arreglar eso ¿Tu no? – sonrió de lado de una manera un tanto picara.
- Supongo – rio la albina – Soy Julchen por cierto.
- Soy…
Fin.