-Meredith Sulez
Clasificacion: R-13, lenguaje no adecuado.
Genero: Comedia, Drama.
Genero: Comedia, Drama.
Julchen se encontraba haciendo lo que hace mejor: discutir con la televisión y chatear en la computadora. Estaba sola en casa así que se dedicaba a observar su programa favorito mientras chateaba con su bielorrusa favorita.
- ¿Qué estas haciendo? – se recostó en la cama el joven de ojos dorados.
- ¿Te importa? – corto hostilmente.
- No seas mala con nosotros, nos preocupamos por ti – recargo sus brazos del otro lado de la cama Effy.
- Invadir mi espacio vital con preguntas estúpidas no es preocuparse por mí.
- Vaya humor tienes hoy amor – recargo el joven su cabeza en su hombro.
- Estaba de mejor humor hasta que vinieron a joder. ¡Y quítate de encima!
No había terminado de maldecir en contra del castaño cuando Effy le hizo ‘poke’ a la pantalla de la laptop.
- ¿Con quién chateas? – pregunto ella.
- ¡Con nadie! – se escandalizo la albina, y cubrió la pantalla con ambas manos.
- ¡Quiero ver! ¿Estas siéndome infiel? – dramatizo el chico.
- ¡No seas ridículo! Tu y yo no somos nada – abrazo su computadora.
- Te dije que quiero ver – intento quitársela.
- Y yo te dije que no lo hare – le respondió.
- Son tan graciosos peleando así – rio la pelinegra.
- ¡Cállate! – gritaron al unísono.
Effy rodo los ojos y con ágil movimiento le quito la computadora.
- ¡Hey! – se quejo Julchen.
Zavé se retiro en cuestión de nada del lado de la albina y examinaron con quienes hablaba en Messenger, solo estaba una ventana abierta: Natasha Sletvano.
- ¿Quién es ella? – preguntaron ambas voces.
- ¿Mi privacidad donde queda? – cuestiono con sarcasmo.
- No lo sé, cuando la vea te aviso cielo, ahora… ¿Es rusa? Me gustan las rusas – sonrió pícaro.
- Idiota, ¿Qué te importa de dónde sea? – le reprocho Effy.
- ¿Estas celosa? – pregunto Zavé con un deje de burla.
- No seas estupido.
Y mientras ellos discutían, Julchen se despidió de Natasha argumentando que no estaba poniendo atención debida a su serie favorita y cerro su laptop. Se dirigía hacia la puerta cuando se abrió casi dándole en la cara.
- Julchen, teníamos mucho sin verte así que decidimos venir – exclamo Emily entrando a su cuarto como quien entra a su casa.
Detrás de la castaña oscura, entraron Dea y Ailicec.
- Ah si, pasen – dijo Julchen sarcásticamente.
- Deberías amarrar a tu perro, ¡Juro que casi se me tira encima! – relato Dea.
- Totalmente, ¡Casi nos come! – exclamo Ailicec.
- No amarrare a mi perro – frunció un poco el seño la albina.
- Ya aprenderá a querernos – sonrió Emily.
- ¿Esa bestia? – dijo Effy.
- Esa cosa no querría a nadie, ni aunque su vida dependiera de ello.
- ¡Basta! A mi bebe no lo insultan – inflo las mejillas Julchen e hizo un puchero.
- ¿Qué estas viendo? – pregunto Dea señalando el televisor.
- Lo de siempre – suspiro Julchen.
- Oh… - exclamaron las otras tres chicas.
Después hubo un pequeño silencio.
- Entonces ser pensante, ¿Quién es Natasha Sletvano? – Pregunto con una sonrisa burlona Effy a Julchen.
- ¿Quién? – Pregunto Emily al instante.
- No me suena – dijo Dea.
- Ni a mí – por ultimo Ailicec.
- Zavé, dime que ya encontraste mi privacidad – menciono suplicante la de ojos rosa-azul.
- Pues – chasqueo la lengua el unico hombre – aun no aparece. Quizás si nos dices quien es Natasha Sletvano, la encuentre.
Julchen los miro con ojos de pistola, respiro profundo y cerró los ojos un momento.
- ¡Yo sé quién es Natasha! – grito feliz Alice quien apareció de la nada.
- ¿En serio? – todos preguntaron confundidos.
- No – soltó una risita mientras se cubria la boca.
- Natasha Sletvano es una amiga, chateo con ella casi diario. – soltó la albina como si le estuviera explicando a unos niños de kínder.
- Ahhhh… - dijeron todos a la vez.
Emily hizo una mueca desaprobando que la albina no les haya contado antes de ella, eran amigas ¿No? Ailicec solo sonreía al igual que Dea.
- No tengo por que soportar esto, chicas, ¿Qué tal si salimos? – dijo Julchen.
- Muy bien – sonrió Ailicec.
- Me parece perfecto – exclamo Dea tomándole el brazo a la albina.
- Solo… - dio un paso al frente Julchen – No quiero que ustedes vayan – señalo a la niña rubia que la llama mamá, a la pelinegra sádica y al cínico castaño.
- Oh vamos no harías nada sin nosotros – sonrió Effy.
- Quisiera estar sin ustedes – contraataco Julchen.
- Nunca escuche que te quejaras – dijo Zavé.
- ¡Si no hago más que quejarme de ustedes!
- ¿En serio? Entonces no te puse atención – sonrió de lado con sorna.
- ¡Voy a matarte! – tacleo a Zavé y cayeron en el suelo.
Ailicec, Dea, Emily y Effy tomaron a Julchen por ambos brazos y la quitaron de encima del chico. Effy levanto al joven mientras lo miraba burlón.
- Ya nos vamos – sonrió Dea mientras entre las tres chicas arrastraban a la albina
La albina seguía pataleando, segundos después se rindió y fue arrastrada con más fluidez, salieron por la puerta principal aun arrastrando a Julchen.
- Todo está bien pancake – dijo Julchen a su akita inu atigrado. Aun siendo arrastrada.
Julchen, una de las personas más quejumbrosas en este y otros universos. ¿Cómo es posible que no haya dicho ni “pio” mientras sus amigas la arrastraban varias cuadras? ¿Y como es posible que esas chicas cargaran a la albina por varias cuadras y no respinguen ni nada?
- ¡Ya llegamos! – llegaron a un café. Los nervios de Julchen se alteraron después de sacudir sus ropas.
Si, la albina esperaba encontrarse a un chico lindo casi bañado en sangre. Aunque eso jodiera mas su salud mental y le costara mas idas al psicólogo. Y aunque eso no sucedió, paso un tiempo muy agradable del lado de sus mejores amigas. Emily y Ailicec tuvieron que irse, venga que cuatro horas en el café no eran cualquier cosa. La razón por la que no las corrían al ser tan tarde, quizás era solo educación.
- Señoritas, ya es hora de cerrar – les dijo una empleada a Dea y Julchen que reían como si estuvieran ebrias.
- Oh vamos solo un momento mas – reía Julchen.
La empleada le dio una mirada desaprobatoria y así que ambas salieron dirigiéndose a un parque. Ahí se pusieron a cantar desgarrándose la garganta y ahuyentando a toda la gente cubriéndose los oídos.
Poco después Dea también se tuvo que ir, y Julchen se quedo tarareando en los pasamanos.
- No te aguantaron ¿No es así? – llego Zavé de repente.
- No lo intentes, estoy muy feliz como para que lo arruines.
- No pienso hacerlo – apareció arriba sentado junto a Julchen. – De hecho, conocí a una persona como Dea hace tiempo.
- Ten mucho cuidado con lo que vas a decir – menciono en tono de advertencia la chica.
- Nada malo, solo como ella, soñadora, con carisma, maternal – sonrió un poco menos cínico.
- ¡Te agrada Dea!
- Oh cállate – se ruborizo un poco el castaño.
Julchen por su parte solo sonreía satisfecha.
- Incluso en eso nos parecemos – soltó el castaño unos segundos después.
- Oh no, tú y yo no nos parecemos.
- ¿Bromeas? Solos iguales
- ¡TU Y YO NO SOMOS IGUALES! – grito irritada la albina.
- Te pareces más a mí que a la puta de Effy.
- Yo no soy puta – llego de la nada Effy – aunque el idiota tiene razón.
Zavé le mostro el dedo medio.
- ¡Yo no me parezco a Zavé! – frunció el seño Julchen.
- ¡Claro que si! – dijeron el castaño y la pelinegra al unísono.
- Es decir, eres arrogante como yo, egoísta, y actúas como yo, tienes mis tics, y eres igual de terca que yo, incluso somos igual de pésimos en física, tu salud mental es tan deplorable como la mía pero eres tan orgullosa como yo que no quieres admitirlo. Sin mencionar eso a lo que tú le llamas “Sinceridad” que no es más que dices la verdad con la más brutal forma que puedas. – decía Zavé como si se alabara a si mismo.
- La palabra que buscas es cinismo, IDIOTA – reprocho Effy.
- Y yo te tengo otra palabra con “C” ¡Cállate! – frunció el seño.
- Vaya, tu coeficiente intelectual subió al punto que sabes que se escribe con “C” – exclamo con sarcasmo la pelinegra.
- Creí haberte dicho que te callaras.
- Lo hiciste.
- ¿Por qué no admites que te gusto? – sonrió coquetamente el chico.
Effy imito el gesto con el dedo que Zavé había hecho minutos atrás.
- Esto no lleva a ningún lugar – la albina se tomo el puente de la nariz con la mano.
- Tienes razón, solo piensa, en: Aun sin mi hablando, ya me hacías caso, y no te dabas cuenta. Debes deshacerte de la puta esta – señalo con la cabeza a Effy.
- Llegue antes que tu.
- Y era miserable contigo, yo en cambio, le di coraje y valor, ¿Tu que hiciste? La hundiste en la depresión.
- Solo quieres manipularla.
- Al igual que tu.
- Yo jamás seré igual a ti – Julchen bajo de donde estaban y camino un poco.
- Muy tarde, tu eres igual a mi – la alcanzo el joven.
- Por mucho que odie admitirlo, el imbécil tiene razón, ya no hay marcha atrás eres como un clon de Zavé con el pene mutilado. Y a decir verdad eso te ha funcionado.
- No estarás de su lado Effy, eres la única semi-cuerda en mi cabeza – dijo en tono suplicante Julchen.
- Tienes razón, pero aun así… ¿Sabes que? Deberías mejorar.
- No, así está bien – dijeron Zavé y Julchen al unísono.
Tal vez… si eran parecidos.